Manuel Chiapuso (1912-1997)

Manuel Chiapuso (Vida y obra)

Manuel Chiapuso (1912-1997). Nació el 14 de abril de 1912 en San Sebastián, Guipúzcoa, País Vasco, (España) y fallecido el día 29 de noviembre de 1997 en el hospital de Cruces de Baracaldo, Vizcaya, País Vasco, (España).

Escritor, periodista y militante anarquista vasco, nació el 14 de abril de 1912 en San Sebastián, Guipúzcoa, País Vasco, (España), pasó su niñez en el valle de Zubieta, San Sebastián y Usúrbil, Guipúzcoa, País Vasco, (España) lejos de sus padres, anarquistas exiliados en París, Isla de Francia, (Francia).

Asistió a la escuela hasta los trece años. Militó de por vida en la CNT, desde que tenía 19 años. Como el también guipuzcoano y correligionario Félix Liquiniano (Mondragón, 1909), relató sus experiencias de la guerra, de las cárceles y del exilio. Chiapuso, que ejerció el periodismo, fue cofundador del diario «Crisol» (1935), editado en San Sebastián, Guipúzcoa, País Vasco, (España), y publicó varios libros, tres de orden histórico-político, en los que da testimonio no sólo de las ideas y actuaciones del movimiento anarquista en el País Vasco, (España) sino de importantes y relevantes hechos históricos de la década de los treinta del siglo XX, desconocidos en parte hasta su aportación: «Los anarquistas y la guerra en Euskadi. La comuna de San Sebastián» (1978), «El gobierno vasco y los anarquistas. Bilbao en guerra» (1978) y «Oposición popular y cárceles en la República» (1980). Aficionado al teatro, formó parte de algún grupo amateur.

Anarquismo y literatura

Pero Chiapuso fue ante todo un escritor, autor de una narrativa de fuerza y coraje, que era a su vez trasunto del hombre acción y compromiso histórico. En 1972 fue finalista del premio Nadal con la novela «Las incertidumbres del doctor H». A pesar de su juventud, tuvo un importante papel en las actividades políticas del movimiento anarquista en San Sebastián, siendo secretario en funciones de la Federación Local de San Sebastián, Guipúzcoa, País Vasco, (España) del sindicato Confederación Nacional del Trabajo (CNT), entre julio y septiembre de 1936, así como responsable de la Comisión de Prensa y Propaganda del Comité Regional del Norte de CNT, desde septiembre de 1936 hasta junio de 1937. Precisamente su libro «La comuna de San Sebastián«, ha sido reeditado en 2004 por la editorial Abarka, de Andoain Gipuzkoa, País Vasco, (España), libro que ha merecido el interés de los historiadores por reflejar una visión bien distinta a la conocida hasta entonces del papel desarrollado por las fuerzas políticas y sindicales contra el levantamiento militar de Franco, en 1936. Chiapuso relata con detenimiento las jornadas vividas en San Sebastián, Guipúzcoa, País Vasco, (España) en los días posteriores al 18 de julio, y el papel que los militantes de CNT tuvieron en la respuesta armada al ejército sublevado, a pesar de sus escasos medios armamentísticos.

Chiapuso ha sido uno de los intelectuales más críticos que ha tenido el exilio republicano español. Al mismo tiempo, uno de los más ilustres pensadores y activistas del anarquismo, que le viene de su familia, pues ya en su niñez, sus padres, militantes anarquistas, vivían en París, Isla de Francia, (Francia) exiliados. Este hecho motivó que el niño pasará sus primeros años acogido en un caserío del valle de Zubieta, San Sebastián y Usúrbil, Guipúzcoa, País Vasco, (España). Estuvo a punto de entrar a estudiar en un seminario religioso, pero a sus trece años, y tras haber acudido a la escuela, se dedicó a trabajar. Fue uno de los fundadores y primer secretario de las Juventudes Libertarias (JJLL) de Guipúzcoa, País Vasco, (España), participando a su vez directamente en las luchas y movimientos obreros de su tiempo y en la organización y dirección de algunas huelgas, por lo que fue encarcelado en diversas prisiones, entre 1932 y 1935, como Alcalá, Madrid, Comunidad de Madrid, (España), Ondarreta, San Sebastián, Guipúzcoa, País Vasco, (España), Ocaña. Toledo,  Castilla-La Mancha, (España) y San Miguel de los Reyes, Valencia, Comundad Valenciana, (España). Al salir de la prisión, es cuando participó en la creación del periódico «Crisol» (1935), en el que escribió asiduamente, del mismo modo que en «La Revista Blanca» (1935-1936).

Defensa de la causa republicana

Declarada la sublevación militar franquista en 1936, Chiapuso tuvo una intervención muy activa en la defensa de la causa republicana en San Sebastián, Guipúzcoa, País Vasco, (España). Intervino en la toma de los cuarteles militares de Loyola de San Sebastián, Guipúzcoa, País Vasco, (España) y en otras acciones bélicas en la provincia de Gipuzkoa (Aia, San Marcial, Irun), País Vasco, (España).

Fue vicepresidente de la comisaría de Trabajo de la Junta de Defensa de Guipúzcoa, País Vasco, (España) y secretario de CNT de San Sebastián, Guipúzcoa, País Vasco, (España), hasta la caída de la ciudad en manos franquistas, el 13 de septiembre de 1936. El militante cenetista, herido en el combate, pasó entonces a Durango, Vizcaya, País Vasco, (España) y Bilbao, Vizcaya, País Vasco, (España) en octubre de 1936, donde se hizo cargo de la secretaria de propaganda del Comité Regional de CNT. Desde ese puesto y en plena guerra civil, promovió la creación de «Horizontes» y «CNT del Norte».

Chiapuso se entrevistó con el lehendakari Agirre en mayo de 1937, pues era partidario de participar en el Gobierno vasco. Otros cenetistas históricos, como Rivera, opuestos a su postura colaboracionista con el ejecutivo vasco, le hicieron desistir de su actitud, por lo que CNT no entró en el Gobierno de coalición.

Tras la toma de Bilbao, Vizcaya, País Vasco, (España) por las tropas franquistas, Chiapuso se trasladó a Barcelona, Cataluña, (España) como representante de la CNT del Norte en el Comité Nacional del sindicato libertario y fue delegado confederal en el Ministerio de Trabajo de la República. Tras la derrota de 1939, pasó por diversos campos de concentración en Francia (de los que huyó en tres ocasiones), viviendo situaciones difíciles, separado de su mujer, María, durante varios años. En 1944 pasó a residir a Biarritz, Bayona, Pirineos Atlánticos, Nueva Aquitania, (Francia), tras haber sido capturado por la fuerza en 1942 en Lorient, Morbihan, Bretaña, (Francia) por la organización nazi Todt. Una vez liberado, pasó a luchar de nuevo en la resistencia francesa [Bayona, Pirineos Atlánticos, Nueva Aquitania, (Francia) y Toulouse, Alto Garona, Occitania, (Francia)] en plena Guerra Mundial.

Tras la derrota nazi, intervino en la reconstrucción de CNT y colaboró en la organización de pasos de frontera franco española, con vistas a una invasión de España. Aunque fue siempre un militante cenetista consecuente con los idearios de la sindical anarquista, fue a su vez partidario de actuar formalmente en política, en contra de la corriente general de sus compañeros y de los propios principios de CNT. Era respetado y considerado no obstante por sus compañeros, por su gran autoridad intelectual y moral, por lo que le nombraron miembro del Comité Regional del Norte (mayo, 1945), y en noviembre de 1945 en Bayona, Pirineos Atlánticos, Nueva Aquitania, (Francia) se le designa para representar a CNT en el Consejo Consultivo Vasco, siendo secretario provisional de este organismo hasta la llegada de Aransáez. Tras el Pleno Regional de la CNT del Norte [Bayona, Pirineos Atlánticos, Nueva Aquitania, (Francia), noviembre, 1946], fue secretario regional y encargado de la representación de CNT en el Consejo Consultivo Vasco (reuniones de abril y septiembre de 1946). Secretario administrativo del Subcomité nacional de CNT en Toulouse, Alto Garona, Occitania, (Francia) (1947-1948), en el pleno regional de enero-febrero de 1948 apoya a Martínez Prieto en su propuesta de trasladar al Comité Nacional de CNT a Francia. Fruto de su convencimiento de pasar a la acción política, Chiapuso llegó a emitir un documento defendiendo la creación de un partido libertario en enero de 1948.

Exilio en Francia

Tras el final de la Gran Guerra, Chiapuso se trasladó a París, Isla de Francia, (Francia) donde estudió en la Universidad de la Sorbona, París, Isla de Francia, (Francia), (1949-1950), completando la formación universitaria a la que siempre aspiró, y dedicándose luego a impartir clases de lenguas y literatura. Durante varios años, disminuye su acción militante, sin duda absorbido por la actividad intelectual, pues su aspiración hubiera sido dedicarse por entero a escribir novelas. Pero sus ideas anarquistas no habían declinado y en la década de los años setenta del siglo XX volvió a realizar tareas militantes de su causa. En los últimos años del franquismo viajó repetidas veces de manera clandestina al interior del país, para coordinar la acción de sus compañeros de Gipuzkoa y Álava, País Vasco, (España). Siguió interesado por las cuestiones libertarias, sobre todo como conferenciante y escritor. Tras la muerte de Franco inició una gran actividad como articulista en muchas publicaciones, como «Askatasuna» [Bilbao, País Vasco, (España)]«CNT», o «Polémica«, como ya lo había hecho antes en otras publicaciones, como «Tiempos Nuevos» de Toulouse, Alto Garona, Occitania, (Francia), (1945). En todas estas publicaciones hizo una aportación histórica de primer orden, sobre el papel del anarquismo en la vida social y política del primer tercio del siglo XX, fundamental en el País Vasco, (España). Pronto, recogería todas esas aportaciones ampliadas en diversos ensayos, publicados en el periodo de la Transición política. Además de los libros aquí referidos, colaboró en «Un siglo de anarcosindicalismo en Euskadi» (1990), publicado por CNT vasca.

Chiapuso pasó los últimos años de su vida, junto con su compañera María, también militante de la CNT, en su casa de Biarritz, Bayona, Pirineos Atlánticos, Nueva Aquitania, (Francia) dedicado al estudio y a la escritura. Desde allí, se relacionó con militantes vascos del interior, para incentivar la recreación del sindicato anarquista en Gipuzkoa, País Vasco, (España). En ocasiones se desplazaba con su compañero Martínez, capitán del Ejército Republicano del Aire, apodado «El Taxista», a diversos puntos de Gipuzkoa y Bizkaia, País Vasco, (España). Cuando su salud se lo permitía, acudían juntos a los actos del Primero de Mayo, o visitaban compañeros y familiares, pues su hermano vivía en San Sebastián, Guipúzcoa, País Vasco, (España). En una de estas visitas, Chiapuso y Martínez sufrieron un accidente de tráfico en noviembre de 1997, por lo que el primero fue ingresado en el hospital de Cruces de Baracaldo, Vizcaya, País Vasco, (España). Ahí falleció a los pocos días, el 29 de noviembre de 1997, al complicarse el trauma del accidente con una neumonía. Dos años después, falleció su camarada y amigo Martínez.

Obras

  • Generalidades sobre Euskadi y la CNT (Bayona, 1945)
  • La ciencia y el joven libertario (Bayona, Francia, 1946)
  • Sembrando inquietudes (Bayona, Francia, 1946)
  • El impertinente andariego (Toulouse, Francia, 1948)
  • Délire et rétrovision (París, 1977)
  • Los Anarquistas y la Guerra en Euskadi: La Comuna de San Sebastián; Txertoa, San Sebastián, 1977 y Abarka, Andoain, Gipuzkoa, 2004.
  • El Gobierno Vasco y los Anarquistas. Bilbao en Guerra; Txertoa, San Sebastián, 1978.
  • Oposición popular y cárceles en la República; Hordago, San Sebastián, 1980.
  • Bosquejos
  • El hombre sin ombligo
  • Las incertidumbres del doctor H. (novela finalista del Premio Nadal)
  • Juventud y rebeldía
  • Siluetas del pensamiento
  • Utopía

Fuentes y bibliografía

  • Un siglo de anarcosindicalismo en Euskadi; [Folleto publicado con ocasión del VII Congreso de CNT]; Bilbao, 1990
  • Esbozo de una Enciclopedia histórica del anarquismo español, de Miguel Iñiguez
  • Diversos documentos e informaciones publicados por CNT de Gipuzkoa.

Texto antológico

«Sábado, 1 de agosto de 1936.

-He consultado con González Inestal y con Julio, así como con Barriobero, de tu deseo de correrla con el grupo de Liqui [Liquiniano]. Todos coinciden en que tienes la confianza de los jóvenes y de todos en general. Además, activo y diplomático, cumples a la perfección las cualidades que hacen falta en este puesto y que, no cabe duda, a la luz de los acontecimientos, tendrá mayor importancia. Vamos a un cambio de régimen, hacia una sociedad más perfecta. Por mi parte, creo que en España vamos a construir un modelo original.

Echando una mirada circular a las cuatro paredes de la secretaría le interrumpí:

-Luego… tengo que seguir aquí…

-Serás más eficaz aquí que no corriendo por las calles con un arma.

Le miré fijamente. Su sinceridad saltaba a la vista. Con voz queda acepté:

-De acuerdo.

Hasta nosotros llegaba el bullicio de la calle. Una gran sonrisa iluminaba el rostro de mi interlocutor. Melancólico, con pena sentida.

-¿Qué diría nuestro viejo compañero Zulaica ante esta efervescencia? ¿Recordaría aquella fría mañana de diciembre -1930- que quisimos asaltar el gobierno civil para apoyar el movimiento revolucionario de Jaca…? Éramos un puñado de socialistas, republicanos y sindicalistas. Nos trataron de locos. Fue el comienzo de la serie que nos ha conducido a saber resistir a los ataques de la reacción.

Luego hablamos de la situación.

-En el Frente Popular reina un acuerdo prometedor. Las viejas querellas del partidismo se han desvanecido ante el peligro. Claro, por fuerza, pero contentémonos con el resultado.

Yo le opuse mis temores.

-El ver las orejas al lobo nos vuelve más modestos y menos exigentes. Esperemos que el acuerdo durara. Sólo así seremos fuertes frente al enemigo.

-Tanto más cuanto que debemos combatir en dos frentes: el de la lucha armada y el de la organización social en la provincia. El levantamiento ha desorganizado todo: los transportes, el abastecimiento y los servicios urgentes.

-Hay que dar la prioridad a la lucha armada…

-Claro que sí. El Frente Popular está en contacto permanente con el Estado Mayor. Es más la gran parte de los miembros del Frente Popular están con las armas en la calle.

-¿Y el gobierno central qué dice?

-Hemos podido establecer el contacto con Madrid por radio. Se nos ha felicitado por haber conservado San Sebastián en el regazo de la República.

-¿De la República? De otra más justa por lo menos. Las uvas están todavía muy verdes para hacer una profecía. ¿Que saldría de las ideas entremezcladas en el crisol del Frente Popular actual, activo, dinámico y con el poder en la calle? El pueblo no querrá volver a la misma situación del 16 de julio.

Ruiz me habló de otra decisión interesante:

-Hemos cambiado todo el personal de Radio San Sebastián. Ahora la estación hablará un lenguaje más republicano, digámoslo así. Los fascistas se habían infiltrado. El pachucho Molina personificaba esa tendencia.

El secretario me dio dos espaldarazos antes de marcharse. Esta prueba de confianza y afecto me supo a gloria. Despidiéndose:

-Llámame cada vez que quieras aconsejarte. Deja de lado el aspecto oficial de tu trabajo. A la excepción hay que saber adaptarse.

La jornada del 20 de julio transcurrió defendiéndose los rebeldes en los reductos. Tiraban bien y producían bajas en cuanto se pretendía acercarse. Algunos cadáveres yacían por los alrededores, sobre todo en la calle Oquendo, cerca del hotel María Cristina, y en el boulevard, junto al Gran Casino.

En el barrio de Amara tomamos precauciones para la noche. Doblamos la guardia en las terrazas de los inmuebles. Se rehicieron algunas barricadas. Y patrullas recorrían el llano de Amara hasta la misma entrada de Loyola.

Noche tranquila. Cuando amaneció el día, los rebeldes no intentaron forzar los acontecimientos. Los jefes militares no estaban seguros de la tropa y consideraban que los adeptos de la rebelión no eran bastante numerosos para efectuar nueva salida desde el cuartel. Sin duda, una segunda hubiera sido mis encarnizada y sangrienta que la primera. Prefirieron tomar posiciones defensivas en las colinas que corren a lo largo del cuartel por el lado de Polloe y de Ametzagaña instalaron estratégicamente un cañón y dos ametralladoras. Además el río Urumea les sirve de defensa natural. Dejan, pues, a sus compañeros facciosos abandonados a sí mismos.

El torpedero «Xauen», anclado en el Puerto de Pasajes, tiene que servir a la República se dicen los pescadores del sindicato anarcosindicalista «Avance Marino». Unos hombres decididos, armados con pistolas y bombas, saltaron a bordo del torpedero. La tripulación no ofreció la menor resistencia y fue desarmada rápidamente. Luego se dirigieron a la cabina del comandante en donde entraron en tromba.

-¡No se mueva!

-Soy republicano -responde tranquilamente el jefe del torpedero.

-¡Que te crees tú eso! Tu casta es de mala uva.

Clavado en el asiento, el comandante calla.

Ejecutan un registro rápido y superficial. Le retiran una pistola. La gente de mar habló rudamente:

-Se quedara usted a nuestras órdenes. El barco tendrá que servir a la revolución.

-Sigo siendo fiel a la República.

-Nosotros también, Pero a una República revolucionaria. Esta claro. Nadie abandonara este barco sin nuestro permiso. No le hacemos prisionero, sino que le dejamos libre de circular por el barco.

-No puedo abandonar a mis hombres ni al navío.

-Usted hará lo que le digamos y nada más.

No ha habido la menor violencia al contrario de los sucesos terriblemente aleccionadores que se han producido en otros puertos militares, en donde jefes y oficiales de navíos de guerra han sido masacrados por los marinos. Esta masacre muestra hasta que punto los sin grado estaban hasta la coronilla de soportar a jefes antirrepublicanos y que a la primera ocasión se hubieran pasado al enemigo. En este hecho instructivo se trataba de adelantarse a los revoltosos potenciales.

Al grupo de Liquiniano se le ocurrió sacar partido de este torpedero con objeto de que desempeñara un papel en la rendición de los facciosos de San Sebastián. Una vez más se fue a Pasajes y con los pescadores de «Avance Marino» discutió la necesidad de bombardear con los cañones del «Xauen» los edificios rebeldes. Puestos de acuerdo se dirigieron todos al barco.

El comandante se asustó ante el alud de hombres armados. Sin más preámbulo:

-Rumbo a San Sebastián. Hay que bombardear el Gran Casino y el Gobierno Militar.»

De Los Anarquistas y la Guerra en Euskadi: La Comuna de San Sebastián